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Transformers 3: the dark of the moon

Transformers 3: the dark of the moon

La tercera entrega de la franquicia de los robots llega a la cartelera de la mano de Michael Bay, incorporando una importante novedad con respecto a las anteriores, el 3D.

El argumento

En los años 60 una nave Autobot se estrella en la cara oculta de la luna, y los intentos por recuperarla lanzan la carrera espacial de los EEUU y Rusia. Pero nadie les ha contado esto a los Autobots, y Optimus Prime se lo toma un poco a mal, naturalmente, cuando aparecen evidencias de dicha nave en un lugar recóndito de Chernobyl. Rápidamente se organiza una expedición de rescate y una vez en la luna, en el interior de la nave encuentran a Centinel Prime, el general Autobot que huyó del planeta con la nave para salvaguardar una tecnología que podría cambiar el curso de la guerra…

La crítica

Un poco regulera, podríamos decir, que le ha quedado a Bay esta tercera entrega de Transformers 3. Y el problema principal de la cinta es uno que encontramos cada vez más en estos tiempos que corren: el 3D. Y es que el 3D y toda la parafernalia que llevan títulos de este calibre, pasan de ser un medio para conseguir una buena película, a ser un fin en sí mismos. Se ve que alguien debe pensar que ya que tenemos unas cámaras 3D cojonudas, pues las lucimos. Y esto se traduce en ciertas escenas de acción gratuitas sin argumento en el que apoyarse y que alargan innecesariamente el metraje de la película. Señor Bay, aquí no hay argumento para 157 minutos de película. Y en serio: ¿meter a los protagonistas en un rascacielos, azuzarles un gusano Transformers, para que se salgan de nuevo del edificio?¿Podría usted aclarar para que entraron, por favor? Y ya puestos a hablar de cosas gratuitas, podemos hablar también de planos gratuitos constantes sobre la nueva novia del protagonista, Rosie Huntington. Gracias Michael escogiendo una modelo de Victoria Secret para disipar alguna duda sobre las capacidades como actriz de la señorita: esta ni siquiera es actriz. Empiezo a pensar que esta mujer tiene más planos que el propio Shia LaBeouf (el hombre hace lo que puede entre tanto croma). Pero bueno, pelillos a la mar, estos planos, aunque innecesarios, no nos molestan tanto, ¿a qué no?

Bueno bueno, vayamos terminando, aunque la crítica tenía que ser larga, que para eso hay casi 3 horas de peli, ¿no? Me quedan por citar algunos aspectos molestos que no quiero dejar de nombrar. A ver Michael, esto de “me voy a rescatar a la chica, ¿quién se viene?. Espera, me voy contigo que tengo unos amiguetes ex marines que se apuntan a un bombardeo” es de Dos policías Rebeldes 2. Y tanto allí como aquí no pega ni con cola. Otra cosa, los tiparracos que se suben a edificios para luego tirarse volando hacia abajo… ¿no era mejor quedarse abajo directamente? Y por último, vale que es una peli de coches y que una persecución en autopista es un recurso bastante socorrido, pero dicen las malas lenguas que has hecho copy-paste de la Isla. Ya te vale. Y por favor, no puede ser que en cada peli que hagas haya persecución por autopistas macho. Sabes que esas cosas molan, pero te estás volviendo un poco cansino.

El resultado

Lo dicho. Los efectos especiales deben ser un medio, y no un fin a la hora de hacer una película. El fin debe ser un buen argumento, aunque de un tiempo a esta parte parece que con cuatro cosas se puede hacer una película. Esto es lo que diferencia una gran película como Avatar de… una película a secas, como es Transformers 3. Eso sí, el nuevo taquillazo de Bay asegura una cuarta entrega, a ver si mejoramos el nivel de la segunda y de la tercera. Hay espacio para mil historias, y que coño, las pelis de robots gigantes molan!

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